El retorno de “El Matador” a Culiacán: José Ángel Mora

Como dicen por ahí, no todas las películas tienen un final feliz, y eso aplica en muchos aspectos de la vida y eso encaja perfectamente en el tema de hoy, ya que la relación entre Benjamín Gil y Tomateros de Culiacán no culminó como todos hubieran deseado, y eso quedó en evidencia en la más reciente visita del tijuanense a tierras culichis, enfundado en la casaca de Charros de Jalisco.

Vámonos a la campaña anterior de la LMP, con Gil al frente de los guindas, donde los resultados no acompañaban al equipo y se vivía un ambiente muy tenso, mismo que derivó en decisiones fuertes tomadas por la directiva, iniciando por cambios en la gerencia deportiva y el timonel, algo que sorprendió a propios y extraños por toda la historia exitosa de Benjamín Gil al frente de Tomateros.

En algo muy inusual, Francisco Campos pasó de ser coach a manager y luego a gerente deportivo, es decir, en pocas horas, se tuvo una transición medio rara pero que fue resultado de un acto muy polémico, ya que la gran mayoría de los jugadores del conjunto culichi de ese momento, se unieron para respaldar a Gil como manager y pedían que fuera restituido al frente del cuerpo técnico, lo cual sucedió para beneplácito de mucha gente, no para todos y, mucho menos, en el seno del cuadro guinda.

Un acto de rebeldía, compañerismo, respaldo, como usted quiera llamarle, pero fue evidente que no agradó mucho en los altos mandos de Tomateros y se vio reflejado al término del certamen, donde los guindas se quedaron lejos en la competencia con una eliminación prematura.

Un tipo que les dio 4 campeonatos e hizo a Tomateros el equipo de la década, ese mismo que llevó a la Selección Mexicana a un tercer lugar en el Clásico Mundial de Beisbol, y que después de ello, se hizo oficial que no seguiría con el club sinaloense para la campaña siguiente de la LMP, desatando muchísimos comentarios, casi en su totalidad negativos por parte de los aficionados.

Pues el resto ya lo saben, hasta que hace algunas semanas, Charros de Jalisco informó que Gil llegaba como manager para tratar de revertir una muy mala primera vuelta, terminando en la penúltima posición y dejando con muchas dudas su pase a la postemporada.

El “Efecto Benji”, como muchos lo llaman, empezó a rendir frutos rápidamente y el cuadro tapatío se enrachó para ubicarse en los primeros puestos de la segunda vuelta, prácticamente encaminados a tener un lugar en Playoff y de esa manera llegaba la fecha marcada para regresar a la que fuera su casa por varios años, el Estadio de Tomateros en Culiacán, Sinaloa y todo el morbo, expectativa y actos que se daba en torno a su retorno a tierras culichis.

El destino puso de nueva cuenta a Benjamín Gil y Tomateros en el mismo terreno de juego, al mismo tiempo y con toda la fanaticada guinda en las gradas, pero quizás no como lo esperaban estos últimos, pues vestía una franela distinta y su objetivo es otro, ahora defiende los colores de un equipo que ha marcado una rivalidad reciente.

Aquí hago un gran paréntesis, porque en mis años dentro del medio deportivo, que no son muchos, es la primera vez que me tocaba ver a tantos seguidores y aficionados de un equipo, esperando que ganara el rival y celebrando dicho resultado, pero las condiciones eran más que obvias y definidas por lo que Benjamín Gil representa para la “Nación Guinda”, como coloquialmente se les llama a los seguidores del cuadro culiacanense.

Con la victoria en la bolsa, el público coreando su nombre y con los sentimientos al borde (Al menos así se notó a su alrededor), Gil agradeció las muestras de cariño y por medio de ademanes y saludos, le devolvió la cortesía a todas las personas que mostraron un gusto palpable al verlo de regreso.

Hasta ahorita todo pareciera un momento con cierto sentimentalismo y agradecimiento a un hombre que le dio muchos momentos de felicidad al equipo, peeeeeeero, ahí vienen las “espantosas equis” (como dijera Chabelo QEPD), ya que, de manera evidente, no a todos les gustó ese retorno satisfactorio de Gil a Culiacán.

Todavía, al sonar el nombre de Benjamín Gil, hace que el semblante de varios cambie, para bien o para mal, sin embargo, creo que (a manera muy personal y con conocimiento de causa), la manera de recibir a un ídolo no fue la correcta por la directiva de Tomateros, independientemente de las maneras en que culminó la relación laboral, se merecía un respeto mayor y no tratar de minimizar las muestras de cariño de la fanaticada.

Primeramente, cuando el público coreaba el nombre de Benjamín Gil al término del juego, el sonido local le subió el volumen a la música en el recinto, posteriormente, algunas personas de seguridad del estadio, le hacen señas a medios de comunicación para que abandonen el campo, cuando simplemente se buscaba realizar el trabajo de cobertura y buscar una nota al final del juego, algo que no había ocurrido en juegos anteriores, donde el personal de seguridad no tiene la culpa y sólo se centran en cumplir ordenes que venían de los dispositivos de comunicación que portan en su oreja, ya que esa fue la señalización: abandonar el campo porque por el auricular les estaban dando esa orden.

Continuando con lo anterior y no menos importante, quisiera no pensar mal, pero las luces del recinto se bajaron en pleno momento de trabajo de los compañeros que cubren la fuente del beisbol, una situación que afecta directamente la calidad del material audiovisual que buscamos obtener, y que, de manera ética, realizamos para el equipo que resulta ganador, ya sea la visita o el propio Club Tomateros de Culiacán.

Sin más detalles, considero que hay formas y maneras para todo, quizás el retorno de Benjamín Gil se da en un momento complicado para los guindas en cuanto a resultados y todo lo que oscila alrededor de la relación que ya conocemos entre el ahora manager de Charros y el cuadro culichi, pero, recalco y enfatizo, hay mejores maneras de canalizar la situación y no afectar a terceros.

En fin, como se dice siempre, son cosas del beisbol, con dos partes que viven momentos distintos y muy alejados uno de otro, pero que, los más felices y contentos, fueron los aficionados que vieron de vuelta a uno de sus últimos ídolos, aunque sea con otra casaca.

Nos escribimos pronto, deseándoles felices fiestas y mis mejores deseos en estas vísperas navideñas.