Aaron Judge, el capitán que carga la historia sobre sus hombros

La noche del miércoles en el Yankee Stadium no fue una más. Aaron Judge se paró en la caja de bateo como lo ha hecho tantas veces: erguido, paciente, con esa calma previa a la tormenta. Bastó un swing para transformar la expectativa en historia.
El capitán de los Yankees conectó dos cuadrangulares su número 50 y 51 de la temporada en una velada que no solo impulsó a Nueva York a vencer 8-1 a los Medias Blancas, sino que también reafirmó su papel como heredero natural de una franquicia construida sobre leyendas.
Judge ya no solo acumula estadísticas; colecciona comparaciones con nombres sagrados. Igualó a Mickey Mantle en juegos de más de un jonrón y se unió a Babe Ruth como los únicos Yankees con temporadas consecutivas de 50 o más bambinazos. En cada batazo suyo resuenan ecos de épocas pasadas, como si el estadio entero volviera a vivir la grandeza que lo convirtió en un templo del béisbol.
Un día después de que el equipo asegurara otro boleto a la postemporada, fue Judge quien encendió la chispa con un cañonazo de tres carreras en el segundo inning, recordándole a la afición que, más allá de celebraciones anticipadas, el verdadero espectáculo está en su madero.
Los Yankees igualaron a Toronto en la cima del Este de la Liga Americana, y aunque el desempate favorece a los Azulejos, la presencia de Judge da la sensación de que todo es posible. Con cada swing poderoso, el capitán transmite confianza, como si llevar el peso de la historia de la franquicia fuera algo natural.
Judge no solo persigue récords; está construyendo una narrativa que, tarde o temprano, se colocará junto a las más grandes en la historia del béisbol. Y cada vez que pisa el plato, el público en Nueva York sabe que puede ser testigo de un instante destinado a perdurar.