Cerveceros conquistan el Centro de la Liga Nacional y celebran un nuevo capítulo en su historia

Los Milwaukee Brewers lo hicieron de nuevo. Por tercera temporada consecutiva y cuarta en los últimos cinco años, los Cerveceros aseguraron el título de la División Central de la Liga Nacional, consolidando una etapa dorada en la historia de la franquicia. Aunque cayeron 5-1 ante los Cardenales en Busch Stadium, la derrota de los Cachorros en Cincinnati fue suficiente para desatar la fiesta en el clubhouse visitante, donde el champán y la cerveza empaparon paredes, uniformes y sonrisas.
Lejos de volverse rutinaria, la celebración sigue siendo especial. Que lo diga Rickie Weeks, ícono de otra era. Weeks era el segunda base en 2011 cuando Milwaukee ganó la división por primera vez en 29 años, apenas la segunda ocasión en una temporada completa en la historia del club. Tres años antes, había vivido la euforia del 2008, cuando los Cerveceros rompieron una sequía de 26 años sin postemporada. Hoy, de regreso como coach en el cuerpo técnico de Pat Murphy, Weeks lo explica mejor que nadie:
“Cada vez es distinto, cada vez es único”, recordó. “Ganar la división nunca debería sentirse como rutina. No es algo que se te entregue, hay que ganarlo. Son momentos que no se olvidan”.
Y aunque las palabras suenan a nostalgia, también hay mirada hacia adelante: “Lo importante es disfrutarlo, pero enseguida pensar en lo que sigue”, agregó Weeks.
Lo que sigue es claro: los Cerveceros, además del título, se aseguraron uno de los dos primeros puestos del cuadro de la Liga Nacional, lo que les garantiza un pase directo a la Serie Divisional. El Juego 1 en el American Family Field está programado para el sábado 4 de octubre, a la espera de un rival por definir.
La hazaña tiene un valor aún mayor si se recuerda el camino recorrido. Pocos, si acaso alguien, apostaba por Milwaukee al inicio de la campaña. El sistema de proyecciones PECOTA les calculaba apenas 80.2 victorias, y el arranque de temporada no ayudó: 0-4 tras permitir 15 jonrones a los Yankees en la serie inaugural. Para el 24 de mayo, su récord era de 25-28, en el terreno del desencanto.
Pero entonces llegó la reacción. En un tramo sensacional, encadenaron rachas de ocho, 11 y 14 triunfos consecutivos, firmando un asombroso balance de 53 victorias en 69 juegos que los catapultó al mejor récord del béisbol. Al comenzar el domingo, Milwaukee ostentaba no solo el número mágico de uno para coronarse, sino también los mejores números de MLB: líder en diferencial de carreras, mejor club corriendo las bases según Statcast, tercera mejor ofensiva en carreras por juego y cuarta mejor defensa en valor de fildeo.
Siete viajes a playoffs en ocho años, cinco títulos divisionales en ese mismo lapso. Lejos quedaron los tiempos en que una generación completa de aficionados veía la postemporada como un sueño lejano. Hoy, los Cerveceros se han transformado en una de las organizaciones más consistentes del béisbol moderno.
La derrota ante San Luis será un pie de página en la historia de esta campaña. Lo que quedará grabado es la imagen del clubhouse en el Busch Stadium: cerveza y champán bañando a un equipo que, una vez más, desafió los pronósticos y volvió a levantar la bandera del Centro.
Ahora, con la división asegurada, Milwaukee tiene otra misión: “seguir adelante y ganar lo siguiente”.