El debate por Fidalgo exhibe visiones encontradas y reabre discusión sobre el rumbo del Tricolor

La posible naturalización y convocatoria de Álvaro Fidalgo ha encendido un debate que va más allá del jugador del América: ha vuelto a poner sobre la mesa cómo debe construirse la Selección Mexicana rumbo al Mundial de 2026. Las opiniones de referentes del futbol nacional muestran una brecha de percepción entre priorizar talento local y abrir la puerta a nuevas opciones.

Oswaldo Sánchez fue tajante al señalar que, pese al nivel del mediocampista español, México tiene elementos suficientes en esa zona del campo. El exportero subrayó que figuras como Edson Álvarez, Luis Chávez una vez recuperado y Charly Rodríguez pueden sostener el proyecto sin necesidad de sumar a un naturalizado, al menos por ahora.
“Yo priorizaría consolidar un esquema con los mexicanos que tenemos”, dijo, aunque reconoció que el país ha tenido grandes casos de naturalizados en el pasado. Por reglamento, cualquier decisión sobre Fidalgo se podría materializar hasta marzo de 2026.

En cambio, Carlos Salcido optó por una postura más abierta. Para el exdefensor, evaluar a Fidalgo solo tiene sentido si llega a ponerse la camiseta del Tricolor:
“Hay que verlo en selección. Si es convocado, ojalá dé lo mejor, y como a todos, se le exige”. Salcido recordó su experiencia con Sinha, quien terminó siendo determinante en un proceso mundialista pese a las dudas iniciales.

Un llamado que busca cambiar la conversación

Mientras la discusión sobre naturalizados acapara titulares, Joel Sánchez pidió desplazar el foco hacia el verdadero reto: fortalecer a la Selección Mexicana en su camino al Mundial como anfitriona.

Para el exzaguero, los meses previos al torneo deben servir para construir unidad y no para dividir.
“Hay que respaldar a la selección para que realmente se sientan locales. El corte de cabezas vendrá después”, señaló.

Sánchez insistió en que el apoyo debe sentirse en las calles, en los estadios y en cada presentación del equipo, especialmente en ciudades como Guadalajara, donde la afición suele marcar diferencia.

El caso Fidalgo seguirá en análisis, pero las voces de experiencia insisten en una idea común: México necesita más cohesión que polémica para llegar fortalecido a su Mundial.