Los Chargers imponen defensiva para derrotar a Eagles
Los Angeles Chargers encontraron por fin una noche que podría cambiar el rumbo de su temporada. Contra todo pronóstico y después de haber dejado escapar ventajas importantes en semanas anteriores, el equipo angelino firmó un triunfo vibrante por 22-19 en tiempo extra ante los Philadelphia Eagles, un resultado que alimenta sus aspiraciones de playoffs y reconfigura su narrativa en 2025.
La defensa marcó el tono del partido desde el inicio. Asfixiante, agresiva y oportunista, logró algo que ningún rival había conseguido ante Jalen Hurts: obligarlo a cinco pérdidas de balón, la cifra más alta en la carrera del MVP del Super Bowl. Cada golpe defensivo mantenía a los Chargers en competencia, incluso cuando la ofensiva se apagó tras su touchdown inicial.
Pero el encuentro no se definió solo por la presión defensiva. También por la valentía de un mariscal que jugó al límite. Justin Herbert, aún reciente de una cirugía por fractura en la mano izquierda, corrió 66 yardas en una de sus actuaciones más físicas y comprometidas. Sus números aéreos fueron modestos (12/26, 139 yardas), pero su impacto se sintió en el ritmo, en su movilidad y en la energía que transmitió a un equipo que necesitaba una señal de liderazgo.
El momento decisivo llegó en el tiempo extra, cuando el safety Tony Jefferson anticipó a Hurts y selló la intercepción que puso fin al partido. Una acción que no solo aseguró la victoria, sino que reflejó el espíritu defensivo de Los Ángeles, un grupo que había sido inconsistente y que ahora se aferra a una identidad renovada.
Para Philadelphia (8-5), la noche dejó lecciones duras, pero también destellos individuales. Adoree’ Jackson, cuestionado en semanas recientes, respondió con una intercepción y dos pases defendidos. Y Byron Young, elevado al rol principal por la ausencia de Jalen Carter, firmó uno de sus partidos más completos con 1.5 capturas y dos golpes al quarterback.
Los Chargers, ahora con registro de 9-4, encaran un cierre de calendario exigente —Kansas City, Dallas, Houston y Denver—, pero lo hacen con una sensación distinta: la de un equipo que superó su propio límite y que, por primera vez en semanas, luce peligrosamente vivo.
