Miguel Herrera y el después del fracaso: pausa obligada y un futuro en pausa en los banquillos

El regreso de Miguel Herrera a la Ciudad de México no solo marcó el final de su etapa con la selección de Costa Rica, sino también la apertura de un periodo de incertidumbre en su carrera como director técnico. La eliminación del Mundial 2026, con una efectividad del 38 por ciento en la Eliminatoria, dejó al ‘Piojo’ en el centro de la crítica y sin proyecto inmediato en el horizonte.

Lejos del discurso combativo que lo ha caracterizado, Herrera se mostró reflexivo y consciente del impacto que tuvo el fracaso. Reconoció que fue señalado con dureza, aunque aceptó que ser la cabeza del proyecto lo obliga a cargar con la responsabilidad. “Soy el responsable y lo asumo. Las críticas son parte de esto”, expresó, dejando ver un tono más mesurado que en otras etapas de su trayectoria.

Más allá de los números y los resultados, el estratega destacó el vínculo que logró con parte de la afición costarricense, que incluso después de su salida le expresó apoyo en las calles. Ese respaldo, según confesó, fue lo que más le dolió no poder retribuir con una clasificación mundialista, en un proceso que terminó por romper una racha de más de una década de presencia tica en Copas del Mundo.

En el plano profesional, Herrera admitió que hoy su panorama está más activo en los medios de comunicación que en el mercado de entrenadores, situación que contrasta con su deseo de permanecer en la cancha. Aunque tomará unas semanas de descanso, no ocultó que su prioridad es volver a dirigir, ya sea en México o en el extranjero, aunque con mayor cautela que en el pasado.

El ‘Piojo’ entiende que su próxima decisión puede ser determinante. No se trata solo de aceptar un nuevo reto, sino de elegir un proyecto que le permita recomponer su imagen y evitar que este episodio se convierta en el cierre amargo de su carrera. Por ahora, su historia entra en una pausa forzada, con la mira puesta en una segunda oportunidad que aún no aparece, pero que él sigue esperando con la misma intensidad que lo ha definido en los banquillos.